Creo en el amor para siempre y he aprendido que no necesariamente tiene que venir de la pareja. Las enseñanzas que nos deja cada persona que pasa por nuestra vida son eternas y, aunque a muchos no los volvamos a ver, el cariño sigue ahí. Es bien cierto eso de que el amor no se destruye, sólo se transforma. El intenso amor pasional que alguna vez sentí por mis exparejas, ahora es un cariño agradecido y, en muchos casos, se ha convertido en amistad.
Porque de los errores se aprende, y así empezamos a distinguir lo que es sólo pasión de lo que es algo más profundo, lo que es un compañero de lo que es dependencia, lo que es amor de lo que es sólo capricho. Besando sapos aprendemos a identificar lo que vale la pena de lo que no y, de paso, vamos añadiendo buenas historias que seguro le iluminarán el día a alguien. Si no funciona, seguro te enseña algo y ya con eso deja de ser pérdida de tiempo.
Creo en el amor con todas mis fuerzas. CREO porque sólo así podemos manifestarlo, no es casualidad que la palabra creer y crear sean tan parecidas. Creo en ese amor que nos hace sentir que la vida es más bonita, que nos reta, que nos saca de nuestra zona de confort y nos hace crecer. El amor que hace que nos tiemblen las rodillas, que nos brillen los ojitos y se nos agite el corazón cuando estamos cerca de él. Ese amor que se siente tan delicioso como encontrar dinero perdido en la bolsa de un saco, como despertar un lunes y darte cuenta que aún quedan 3 horas para dormir. Ese amor que nos viene a recordar que somos vulnerables, que todo es mejor si se comparte. El amor que a veces nos saca de quicio y que no es perfecto para todo el mundo pero sí para nosotras. Ese amor que llega a sacudirnos la vida completa y que nos hace dudar si las veces anteriores realmente fue amor…}
Ponle amor,
La Chica Bien